domingo, 26 de octubre de 2008

Día 5: La montaña

-Etapa: Rabanal del Camino-Vega del Valcarce
-kms:76,71
-kms acumulados: 343,1
-velocidad media: 13,7km/h
-velocidad máxima: 59,5km/h
-tiempo pedaleando: 5h,34´48"
-tiempo total pedaleando: 23h, 03´
Hoy después de cuatro días, al quinto comienza la zona de montaña y comienza a los pies del primer puerto que hemos de pasar. El día comienza temprano, los hospitaleros tan agradables como la noche anterior nos despiertan con el olor a desayuno, café, cacao y tostadas para todos. Al entrar en la cocina uno se daba cuenta de que la sensación de alegría de la noche anterior todavía estaba entre todos y en cierto modo nos daba pena tener que despedirnos, aunque a la vez sentíamos que seguiríamos viendo el mismo cielo y recordaríamos de forma muy alegre lo pasado entre las cuatro paredes que dejaríamos pronto atrás.

Una vez recogido todo, lavado los cacharros y montadas las alforjas en las monturas, como caballero andante hiciera en épocas pasadas, enfilábamos ya la subida, cual luchador hace frente al dragón de fuego!!. La mañana se presentaba muy fría, una espesa niebla cubría todo y a mas de medio metro no se veía. El acogedor albergue ya ni se veía atrás y solo quedaba mirar hacia delante. El terreno se complicaba y tras la primera zona de subida por camino, Manu decide seguir por carretera, mientras Alex y yo lo haríamos por el camino. El día comenzaba a despejar y dejaba ver las primeras vistas...parecía que nos encontrásemos en una nube y que como ángeles viéramos hacia abajo pensando en lo pequeño que parece todo desde arriba. la subida sigue complicandose un poco mas, aunque es perfectamente ciclable con un poco de esfuerzo cosa de la que posteriormente descubriríamos que habría merecido la pena, ya que las vistas y los pasajes por donde discurre lo merece. Pronto llegamos a Foncebadón, allí en un pequeño albergue decidimos sellar por primera vez en la mañana y de paso encontrarnos con Manu, ya que al él seguir después por carretera, no lo volveríamos a ver mas que en ocasiones esporádicas hasta el día siguiente.

El camino continua y poco a poco la pendiente aumenta, pero viendo como va llegando a su "falso" fin; ya estábamos mas cerca...si, la cruz de ferro, esa cruz que tanto hemos escuchado hablar que tiene a sus pies tantas piedras y objetos como historias han pasado por ellas, desde fotos, chupetes,guantes, hasta latas de conserva sin abrir, gafas de algún peregrino miope y yo en mi personal aportación, al pensar que había perdido las piedras que traía de Matalascañas, decidí dejar uno de mis cascabeles, que de una forma u otra también me habían acompañado durante el camino. Era un momento de mucha emoción, era un lugar para descargarse de todo lo que uno quisiera dejar allí arriba, de soltar esa losa que todos cargamos por diferentes motivos y de dar gracias de poder haber llegado hasta ahí y pedir por poder llegar hasta Santiago.

Una vez dejado la Cruz atrás, poco a poco comenzaba de nuevo la subida hasta ya por fin coronar la cima en el Alto de Cerezales, no antes sin haber sellado en el Refugio de Majarin, un lugar muy peculiar...Aquí comenzaba una espectacular bajada tanto por la dificultad del terreno, como por el paisaje con el que serían deleitados nuestro sentidos; la vegetación iría cambiando poco a poco,pasaríamos por túneles de arboledas y disfrutaríamos de los olores de los arbustos y matorrales que nos rodeaban, era una sensación de alegría tremenda la que teníamos y mayor fue cuando nos cruzamos con nuestros amigos los roncadores brasileños, que alegría verlos por allí. En la bajada fuimos pasando por diferentes pueblecitos, como el Acebo, Riego de Ambrós, hasta llegar a Molinaseca, precioso lugar con sus casas todas ellas con sus balcones de madera adornados con flores, era casi paradisiaco, si no fuera por el frío que teníamos, era un lugar de estampa navideña en pleno verano, la nieve era el único ausente, pero por todo lo demás, era buen tiempo para un día de chimenea.



El camino sigue con una pequeña pendiente que haría mucho mas cómoda esa parte hasta Ponferrada, donde eran fiestas pues todo estaba adornado con banderas, había un enorme escenario en la plaza del ayuntamiento y las gaitas sonaban por todos lados. La visita fue rápida y tal como llegamos la abandonamos sin mucha mas demora. Los pueblos se volvían a suceder uno tras otro; Compostilla, Columbrianos,Fuentes Nuevas,Camponaraya y Cacabelos, donde nos encontramos a Manu, sentado con Luis por lo que decidimos parar a comer...esta comida hay que hacer mención, ya que Alex y yo nos zampamos cada uno, un bocata de medio metro relleno de una capa de dos centímetros de chorizo y queso...dios,eso parecía que nunca se acabaría...jajaj!!Una vez repuesto fuerzas tomamos camino de nuevo, mientras íbamos haciendo la digestión como se podía... y al poco tiempo de marchar el terreno se volvía a inclinar...la segunda etapa de montaña se dibujaba en el horizonte y el segundo dragón con el que luchar nos iba preparando con un ligero tentempié hasta llegar a Vega de Valcarce, donde pasaríamos la noche.

Esta noche fue mucho mas tranquila que la anterior. Compartimos nuestra cena con dos peregrinos, total arroz con chorizo, pimiento rojo, huevos y tomate para cuatro y pronto a la cama. Mientras el día iba desapareciendo tras las montañas, yo escribía todo lo ocurrido en la jornada y pensaba donde estaría Manu...

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